Kawasaki 500 GPZ: siempre igual

Una institución, eso es lo que es la Kawasaki GPZ 500, parte del mundo de las motos, especialmente en el segmento de 500 cc. Aunque el tiempo no ha hecho mella en ella, la GPZ 500 ha llegado al final de su carrera. ¿Buen trato o mal trato, respuesta?

Nacida en 1986 y rediseñada en 1994, la GPZ 500 es realmente una moto especial. Desde luego, éste no nos deslumbra por sus características técnicas ni por su diseño, sino por su resistencia.

Es cierto que sus líneas son algo anticuadas, señala el concesionario Crestanevada de motos de ocasión en Sevilla. Sin embargo, la 500 GPZ no está totalmente fuera de onda. Por ejemplo, cuenta con un pequeño parabrisas, un soporte para el motor y un biplaza de serie. Nada ridículo.

Tampoco hay que avergonzarse del equipamiento, ya que es relativamente completo. Sin ningún orden en particular, hay ganchos de amarre retráctiles, un caballete central y un indicador de temperatura.

La GPZ 500 esconde bien su juego porque, una vez que la conoces, la conoces, y es una pasada… La GPZ es una máquina con mucha garra que siempre tiene ganas, pero sigue siendo muy divertida de conducir. Al motor bicilíndrico le gusta revolucionar y está equipado con una buena extensión. El final de la línea llega a 11.500 rpm, cuando la aguja del tacómetro está en la zona roja.

Es bueno, pero la GPZ es más bien tacaña en cuanto al tacto y la potencia está presente sobre todo en el rango de 1.500-6.000 rpm. Es bastante suave en su comportamiento, aunque las vibraciones del pequeño bicilíndrico son difíciles de olvidar a bajas revoluciones. Con un motor tan voluntarioso, no es desagradable llevar a un pasajero que no se deje zarandear por un motor caprichoso, ni tampoco viajar tranquilamente sin cansarse gracias a un asiento cómodo. El piloto de más de 1m80 tendrá que ser pequeño para esconderse eficazmente detrás de la burbuja, pero el medio manillar colocado lo suficientemente alto induce una posición de conducción relajada.

Otra agradable sorpresa es el chasis, que ofrece una respuesta saludable. Ligera pero suficientemente rígida, la GPZ negocia las curvas rápidas sin dar al piloto ninguna información falsa y mantiene la trayectoria sin dificultad. Por si fuera poco, las suspensiones están a la altura de las circunstancias y hacen que la moto se sienta cómoda y sana en la mayoría de las carreteras que te vas a encontrar. La frenada es fácil de controlar y eficaz, aunque inevitablemente admitirá sus límites en la conducción deportiva. Ligera y viva, la GPZ es una herramienta divertida para la conducción deportiva que resulta fácil de usar para el piloto principiante.

No en vano, este tipo de máquinas se encuentran en la pista en manos de aquellos que quieren conocer la pista por un presupuesto razonable. Un juego de neumáticos deportivos, unas pastillas de freno de calidad y un líquido de frenos más resistente al sobrecalentamiento que el original, y ya estás listo para rodar por primera vez en un circuito y no pienses que la GPZ se limitará a hacer números si está bien gestionada.